Entrevista a Félix Romero de Ávila García, trabajador recientemente jubilado:
¿Cómo fueron sus inicios?
Entré en enero de 1976, cuando la empresa era un desguace de barcos, me encargaba de cortar la chatarra con sopletes, éramos entre 8 y 10 trabajadores durante todo el año que en épocas donde había más trabajo aumentaba la plantilla, cuando no había tanta actividad, nos desplazábamos hacia otras localidades donde se encontraban los barcos con los que trabajar como Rota, el Puerto de Santa María o Ceuta.
¿Cómo fue evolucionado el trabajo durante los siguientes años?
La empresa empezó a trabajar con el cemento durante los años 80, a finales de dicha década se construyeron las primeras naves que en la actualidad se siguen utilizando, debido a la Expo del 92 en Sevilla la actividad del cemento creció muchísimo en nuestra zona y la empresa empezó a aumentar su productividad.
¿Cómo llega Sevitrade a convertirse en lo que es actualmente?
En la década de los 90 se empieza a trabajar con diferentes tipos de abono y se construyen los primeros depósitos que almacenaban mercancías tan diversas como vino, aceite, gasoil, melaza, ácido fosfórico o vinaza, la empresa experimenta un gran crecimiento y se construye las instalaciones en la carretera de la Isla.
También empieza a almacenarse sosa caustica, con la que he estado trabajando bastante durante los últimos años.
¿Qué cambios destacarías después de tantos años?
Diría por ejemplo que las primeras cisternas se cargaban con gomas, las máquinas cargadoras no tenían volteo o que rellenar los sacos o paletizar la mercancía se hacía manualmente, lógicamente con el paso de los años todo va evolucionando, pero los cambios han sido bastante drásticos.
¿Cómo han sido los últimos años?
Una vez que fue construida la terminal de líquidos, estuve trabajando allí durante 5 años y mis últimos meses volví a Sevitrade esclusa. En mayo llegó la fecha de la jubilación, celebramos una fiesta de despedida y pasamos un día bastante agradable con amigos y compañeros.
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